Resulta difícil resistirse al encanto de aquello que no tiene intervención, que supone un producto en la antípoda de la industria, que propone beber los mismos vinos que se elaboraban hace seis mil años. Autenticidad, esa es la palabra y la búsqueda detrás de los nuevos vinos de Punta Alta que elabora Martin Abenel: uvas sin agroquímicos, levaduras naturales y ausencia de sulfitos agregados. En dos palabras, mínima intervención. Y en la mayoría de los casos, también pocas botellas.

¿Qué es Santé Vins?

A escasos 20 km de la ciudad de Bahía Blanca, en el garaje de su casa, ya habilitado por el INV (instituto Nacional de Vitivinicultura), Martin Abenel se inició en la aventura de producir sus propios vinos. Primero, comenzó vinificando uvas Malbec plantadas en su patio casero, una vid que le obsequió un amigo sanrafaelino. “En aquella oportunidad, año 2006, todavía no tenía en mente elaborar vino, pero en 2014 esa parra ya me había dado uva suficiente como para experimentar”(…)“Me metí en Google, investigué sobre cómo hacer vino con ellas, ensamblé algunas recetas y seis meses después me encontré con que había logrado vinos tomables. Ahí empecé a con la idea de comprar más uvas.  Entonces comencé  comprando uvas en Mendoza: Cabernet y Chenin Blanc… y seguí haciendo vinos tomables. Hasta que un día, hace tres años,  descubrí que acá nomás en la región, estaba lleno de viñedos

Y como nada es casual en esta vida, cuando empezó su aventura vínica, amplió sus conocimientos, se formó en enología y logró habilitar su garaje para elaborar pequeñas partidas de vinos. También bautizó a su proyecto como Santé Vins. Vinos Libres. Casi en simultáneo, le llegó la información que necesitaba para crecer. Pequeños viñedos lo estaban esperando, desde Médanos hasta Río Colorado, unas 300 plantas de Merlot, Malbec y Syrah en Coronel Dorrego. Un viñedo orgánico en Espartillar. Otro en Tres Arroyos e inclusive dos en Bahía Blanca, el primero, 600 plantas de Pinot Noir, y el segundo, 150 plantas de Tempranillo, a escasos diez minutos del microcentro de la ciudad…

A partir de allí inició otro camino. Otro recorrido y otro sueño: elaborar vinos bajo un concepto natural, pero de forma profesional. Así, a medida que fue pasando el tiempo y casi como un alquimista, Martín fue conjugando su vocación de hacer vino en su casa, con su pasión por la biodinámica (*). Guiado por un calendario, cada vez que toma contacto con algún viñatero con la intención de comprar sus uvas, realiza personalmente el seguimiento de los viñedos de donde obtiene la fruta: la poda, el raleo, la cosecha, todo se rige por la cosmogonía en la que cree firmemente. En 2019 sumó a sus damajuanas de vidrio y tanques de PVC, su primer Ánfora de 250 litros. Idénticas a las del Cáucaso o las de Georgia, testigos de los sabores de la antigüedad. El sendero estaba marcado.

 

¿Por qué vinos Naturales?

“Mis vinos tienen muy poca intervención –comenta-  Eso quiere decir que fermentan con las levaduras que traen desde el viñedo y no se le agregan sulfitos para conservarlos de manera artificial”. Al no tener sulfitos los vinos tienen mucha aromática. Los sulfitos acallan al vino. Lo adormecen un poco y Martín va detrás de vinos vivos y vibrantes.  Los vinos naturales también suelen ser más proclives a la oxidación prematura. Aunque esto último no parece preocuparle demasiado: “yo hago vinos para tomar ya, no para esperarlos” dice, en una férrea defensa de su estilo.

Días pasados en el espacio de Musa Vinos de Autor, 20 personas asistimos a probar sus últimos vinos y la experiencia fue absolutamente gratificante (y divertida). Fuimos probando “de menor a mayor”, comenzamos con vinos de menor estructura y volumen y finalizamos con tres  bombas potentes, vinos rudos y de paladar lleno, que llamaron mucho mi atención, sobre todo por el origen de su fruta.

DEUSA NATURAL. Sauvignon Blanc de Anphora: elaborado con uvas de Médanos (localidad que se encuentra a 35 km hacia el este de la ciudad de Bahía Blanca). Una versión particular de la variedad. Cargado en boca, untuoso. Tiene alta graduación alcohólica (14.4°) producto de las características del suelo, el clima del terruño y la redondez que le da el ánfora. Parece que en la zona de Médanos, donde se encuentra este viñedo de Sauvignon Blanc, el sol rebota en la arena, y cocina levemente la uva desde abajo, es decir que produce más azucares y por consiguiente más alcohol. El recorrido es jugoso, con predominancia en medio de boca producto de una acidez algo filosa que también caracteriza a los vinos naturales de ánfora. Huele a manzana verde con algunas notas cítricas.

MALBEC DE JARDÍN: elaborado con uvas del parral del jardín implantadas en 2008, variedad Malbec. Una parra que no fue raleada. Se trata de un Malbec también muy personal, algo resinoso (resina de pino), y herbal (pasto). La fruta subyace tímidamente, algo de frambuesas frescas y acidez vibrante. A pesar de su corto final en boca, tiene buena entrada y buen medio de boca. Una originalidad.

MALBEC DE RÍO: El Malbec de Río que vamos a probar proviene de un parral de 40 años. Se elaboró con uvas de Río Colorado que tiene mucho mantenimiento, y donde repercute un poco menos el sol. Su expresión es más frutal y tiene menos carga de estructura. Pasamos a un vino más conocido, más “tradicional”. Aguja de burbujas leve. Se trata de una versión donde gana la fruta roja fresca con un dejo herbal, y mucha soltura en boca. Es un Malbec muy bien logrado, bien patagónico.

MALBEC DE ARENA: Malbec de Médanos. Taninos rugosos, boca de tiza. Lo probamos recién sacado del ánfora. Necesitaba la redondez que le da la botella. Tiene mucha característica de la caliza. Es el segundo año que se vinifica. Color oscuro y concentrado. De boca apretado en boca y ampulosa. Es el más seco de los cuatro anteriores. Probablemente la ánfora también levanto la a rugosidad del tanino. Voluminoso, estructurado, llenador en boca. Un vino voluptuoso. Hermoso exponente de su trabajo.

Blend de blancas y tintas: un original corte de trece cepas diferentes: 50% de Aspirant Bouchet, 10% Syrah, 10% Tempranillo y el restante 30% un corte de Malbec, Merlot, Pinot, Chenin Blanc, Torrontés, Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon, Bonarda Argentina y Trebbiano.  Una hermosa locura, un vino muy jugado y divertido. De color prácticamente negro, sin paso por madera, con aromas muy secundarios (Yogurt de frutas) y un tanino de textura granulosa. Las uvas fueron traidas de Alvear (Mendoza) y Médanos (Pcia. de Buenos Aires).

SIDERAL. Blend de Tannat, Malbec, Tempranillo y Aspirant Bouchet: Al finalizar la noche, probamos otro de sus cortes jugados. De nuevo el color oscuro, casi negro. Esta vez el impacto en boca fue mayor. Un tanino poderoso y paso por boca llenador que denotan la dominancia del Tannat y la participación de la Aspirant. No obstante, la acidez le dio refrescancia y lo transformó en un vino más gastronómico, aunque complejo. ¡Interesante propuesta!

Martín nos mostró la cocina de sus vinos de autor. Sus vinos naturales. Sus vinos Libres. Mucha pasión y búsqueda detrás y sobre todo, mucha originalidad. Un deseo de poner en valor viñedos pequeños (en algunos casos, algunas ignotas hileras). Vinifica en su pequeño garaje, impecable y encantador, cada racimo. Su lugar, el espacio donde cuajan sus sueños que remiten de inmediato a un concepto honestamente tradicional, ponderando la no intervención de las uvas, ni de los viñedos que descubre y defiende.

Perseguidor de nuevos terruños regionales, le da una vuelta de tuerca a un estilo que ya le es propio y se encuentra en las antípodas de lo industrial. En épocas en las que es muy difícil, casi nebuloso, trazar una diferencia entre lo que es natural y lo que no,  Martín Abenel trabaja constante y silencioso, creativo y casi esotérico. Un gladiador de la contracultura del vino, que hace vinos ricos, sanos y legítimos.

¿Que te pareció la nota?
[Total: 5 Average: 5]
Abrir chat
🍷Hola
¿En qué puedo ayudarte?