Uno de los trabajos más apasionantes de esta profesión, especialmente si estas dedicada a la comunicación y a la enseñanza como es mi caso;  es el de correr siempre detrás de las nuevas etiquetas.  Necesidad urgente y constante, factor común que nos iguala tanto a profesionales como a los consumidores más fanáticos.

Tres o cuatro veces al año, hago una serie de pedidos a Buenos Aires y Mendoza. Elaboro una selección muy razonada de aquellos vinos y añadas que necesito descorchar para seguir aprendiendo y manteniéndome actualizada. Pero elegir no es una tarea sencilla en esta industria tan prolífica. La oferta vínica se amplía y se diversifica todo el tiempo, entonces se hace muy difícil asumir que nunca vas a llegar a conocerlo todo. Que siempre habrá botellas que se te escaparan de las manos.

Pero el vino que nos convoca hoy no se me escapó, a pesar de tener una identidad muy escurridiza. Lo incluí en mi última compra en CABA, porque tenía dos aspectos que llamaron rápidamente mi atención: provenía de una bodega ignota (al menos lo era para mí);  y el diseño de su etiqueta era realmente encantador.  ¿De qué hablamos?

Hablamos de SABANDIJAS de Finca La Coti, elaborado a partir de un corte de uvas Malbec y Petit Verdot.

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La fruta con la que se elabora este Malbec/Verdot (85% / 15%),  proviene de Valle de Uco, Vistaflores para ser exacta. Una finca muy pequeña de solo 2 hectáreas rodeada por otras 10 hectáreas de membrillares y ciruelos. Me encantan los viñedos que cohabitan con árboles frutales porque de un modo u otro, las uvas se las arreglan para expresar en alguna medida las características de ese ambiente natural que la rodea. Es algo inexplicable, sin comprobación científica alguna, pero muchas veces sucede, como en este caso y esto también es la magia del vino.

Sabandijas se elabora de un modo muy artesanal. La uva se microfermenta en bines plásticos de 300 litros durante 23 días y posteriormente el vino pasa nueve meses en contacto con roble americano (usado) para terminar de estabilizarse en huevos de hormigón. La edición 2015 contó con una partida ultralimitada de solo 400 botellas, porque como expresó Federico Mastronardi propietario de Finca La Coti «Sabandijas fue una prueba, un juego por decirlo de alguna forma para ver como quedaba, como salia» 

¡Y salió muy bien!

La conducción del viñedo de Finca La Coti es ecofriendly, respeta parámetros de organicidad, como evitar el uso de agroquímicos y fertilizar naturalmente a través de compost.

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En cuanto a su expresión sensorial, este Sabandijas de escurridizo solo tiene el nombre. El color es un rubí bien profundo, un poco por la característica típica de los malbecs de Uco, otro poco por la piel negruzca de la Verdot, que en materia de antocianinas y volumen siempre entrega lo mejor de sí, en cualquier corte donde se la invite a participar.

Los aromas son francos, estables y frescos.  Se quedan aferrados a la copa, aun cuando hace tiempo te bebiste el último sorbo.  Fruta de carozo ácida, la ciruela del entorno se expresa en la copa, acompañada de un avainillado sutil que casi no se nota, pero está. También aparecen aromas balsámicos que le suman exotismo y frescura tanto en nariz como en retrogusto.  En la boca es sabroso, intenso y llenador. Sus taninos son firmes algo robustos pero maduros y sin amargos que desencanten.

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Finca La Coti también elabora un vino 100% Malbec con una etiqueta formal, menos atrevida que todavía tengo que degustar. Pero para empezar, Sabandijas Malbec/Verdot 2015,  por la conformación del corte,  la micro región y el diseño divertido de su packaging, captó toda mi atención y supo cumplir muy bien desde el contenido, que es, en definitiva, donde el vino tiene que demostrar.

Ficha técnica:

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