Viajando a Puerto Madryn el año pasado, en un paraje cerca de San Antonio Oeste, compré dos botellas de Maroma Pinot Noir, de bodega Videla Dorna. Llamó de inmediato mi atención porque desconocía absolutamente el proyecto. Investigando, encontré que la bodega Videla Dorna está ligada a un emprendimiento que tuvo hace casi 100 años, una importante historia en Río Negro.Se trataba de un viejo establecimiento vitivinícola llamado
que en los años ’20 detentaba cierta fama y prestigio en la región. Pero que terminó siendo años mas tarde, otro de los tristes ejemplos de bodegas que no pudieron resistir las sucesivas crisis económicas y las embestidas de las modas. Modas que por entonces dirigían insistentemente el gusto del consumidor hacia el vino cuyano, como único sinónimo de calidad.

La bodega cerró sus puertas y dejó de producir por décadas.

Casi cien años después, Ignacio Videla Dorna es quién tomó la feliz decisión de rescatar del olvido aquellas vides y poner de a poco en funcionamiento las viejas instalaciones de La Esmeralda. Junto con Mario Lascano, enólogo reconocido en Río Negro se propusieron trabajar para dar a luz vinos rionegrinos de alto vuelo. Actualmente la bodega desarrolla dos lineas de vinos que, si bien cuentan con certificación artesanal, ya demostraron que tienen grandes aspiraciones y también tienen buena materia prima con las que concretarlas. La linea Calfulén (reserva de la bodega) es una linea con paso por barrica elaborado sobre las variedades Pinot Noir y Malbec, fue seleccionada por Patricio Tapia para integrar la Guía Descorchados 2015 otorgándole nada menos que 88 puntos, una puntuación que ya les marca claramente un camino auspicioso en el mundo del vino. La linea Maroma,  esta conformada por un Pinot, pero no es precisamente un Pinot típico, es uno bien distinto, de esos que te dejan la boca pensando por largo rato.

Desde el momento que lo servís, no se parece ni poco a otros pinots de las bardas rionegrinas. Claro, tiene un dash de Malbec, pero si lo vieras en la copa sabrías que ni ese 10% le justifica semejante concentración de color. Es un rubí profundo, de capa media/alta, que en el disco muestra claros signos de oxidación. Las lagrimas pesadas, densas te anticipan que te va a impactar en boca, y así sucede. Estructurado, con algunas limitaciones en la expresión olfativa. Le cuestan un poco mostrar la aromática, pero una vez que lo hace, se define mucho mas vegetal y herbal que frutal.

En el paladar es potente, robusto, con un mayor peso en boca que cualquier otro ejemplar de la variedad. Taninos rústicos. Podría casar perfectamente un cordero, o un bife de chorizo, eso le suma encanto y originalidad pero lo aleja bastante de las generales de un Pinot.

El final es persistente, con una acidez amable.

Aproximadamente a dos horas de descorcharlo, mostró una nariz muy evolucionada. Un detalle para no dejar pasar: NO USAR AIREADOR. Abrir, servir y beber.