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Bahía Blanca. Vinoteca. Sector Malbecs. A la derecha: un vino nuevo con una etiqueta ilustrada y nombre extraño: ICABOD.  Leo el grabado en relieve de la cápsula: Pueblo Dormido. ¿Y es esto?. Agarro el celu para googlear el nombre. Caigo en un diccionario bíblico y leo: “Icabod: aquel que ha perdido la gloria”. Otra acepción más adelante: “Icabod: sin Gloria”, y otra más: “Icabod: La Gloria se fué…”. No no, por el lado místico no viene, eso es obvio. Pienso: este nombre me recuerda a algo…o a alguien. Una estética…una historia…¡Claro! ¡Johnny Deep! La Leyenda del Jinete sin Cabeza, y ese encantador personaje:  Ichabod Crane, incrédulo y audaz investigador enviado por el gobierno a Sleppy Hollow (Pueblo Dormido) para desenmarañar una serie de crímenes oscuros que se llevaban algunas docenas de vidas… y de cabezas.

Buen nombre para una botella. Siempre la épica suma. Pero… ¿que hay del vino?

Les cuento: detrás de Icabod están dos jóvenes amigos mendocinos: Pablo Laborde y Federico Crowe que unieron su pasión por el vino para darle forma a este Malbec joven, apenas rozado por la madera, que ya está a la venta en las vinotecas de Bahía Blanca. Un proyecto que llamaron Pueblo Dormido Wines y que elabora esta atractiva etiqueta que no pasa para nada desapercibida.

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Las uvas con las que se elaboraron las 13.066 botellas de Icabod provienen de un pequeño viñedo de dos hectáreas plantado con Malbec, ubicado en Los Arboles, Valle de Uco. Una viñita muy joven, de apenas 4 años. El responsable enológico es Pablo Laborde.

A la vista es un Malbec muy típico: rubí brillante y de profundidad media, lo que ya nos advierte que la estructura en boca no va a ser impactante. A pesar de tener un perfil joven donde impera la fruta (fresca, roja y ácida) aparecen aromas claramente terciarios. Sorprende el hecho de que el vino descansara solo cuatro meses sobre duelas de roble y aun así, los aromas a vainilla y especias (clavo, canela, nuez moscada) típicos del roble francés, estén tan presentes. En boca es jugoso, de cuerpo medio y textura gentil. En toda la degustación se perciben taninos amables y finos, acidez agradable y un dulzor continuo que a los amigos de los tintos mas bien sucrosos los va a seducir mucho. En el retrogusto aparece una tímida nota a tabaco que le aporta una punta interesante y suma algo de complejidad. El ADN de Uco se nota aquí, en la fruta fresca y el nervio típico de los vinos de frío y altura.

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Lo acompañamos en casa con un Risotto de osobuco y nos regaló un muy buen momento a todos. Un vino ideal para frenar un poco, preparar un rico plato y servirlo en buena compañía. 100% gastronómico.

Va ficha técnica:

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