Estamos a menos de un mes de oficializar el verano. Los días en Bahía están viniendo cada vez más lindos,  las altas temperaturas ya mostraron la hilacha. A mí, como imaginarán nunca ¡jamás! ni el calor ni el frío me van a tomar desprevenida. Siempre hay algún blanco, o un rosado o un tinto de livianos, reservados en la heladera, listos para un desenrosque o descorche de emergencia en el balcón.  De Noviembre a Abril, cuando el viento pampero ya pasó, paso las tardecitas instaladita en ese espacio de la casa,  asistida por mi frozenbag, un libro, un platito con hummus o guacamole, Traviatas y un vino a temperatura, listo para el plop o el cric.

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Los vinos ligeros se vuelven realmente imprescindibles cuanto el termómetro marca más de 25°C. ¡Ojo! Yo soy una defensora de la no estacionalidad del vino, bebo cualquier estilo en cualquier época del año, pero tengo que asumir que, cuando el calor pega, los alcoholes moderados, la fruta y la acidez refrescante son tres aspectos imprescindibles a la hora de bajar la temperatura corporal y acompañar platos más livianos.

Este año le dediqué varias copas a los blancos y rosados. Probé muchos vinos diferentes, de distintas regiones, suelos, climas y alturas; pero la sorpresa más grande, donde percibí importantes mejoras en la relación calidad/precio,  fue en el mundo de los “maceración atenuada”.  Efectivamente, hay en los rosados actuales, mucho más equilibrio, expresión y elegancia que hace unos años, y lo mejor es que -salvo contadas excepciones- los precios de todos estos vinos resultan bastante accesibles.

La versatilidad es otro aspecto a destacar. Abrí botellas ideales para disfrutar en la pileta (o en un picnic al aire libre), vinos ligeros como una pluma, con poco alcohol y muy buen equilibrio de acidez. También bebí varios rosados con el cuerpo y la tanicidad suficiente para armonizar con platos a base de géneros grasos,  carnes rojas por ejemplo;  y rosados muy al estilo Viejo Mundo: pálidos,  minerales y austeros, pero súper atractivos para refrescar la boca de tanto tinto y cerrar un encuentro con un último brindis.

A continuación les dejo una breve – y muy personal selección- que tiene como factor común la buena relación calidad precio en cada uno de sus segmentos:

Vayan anotando, y busquenlos porque a excepción del Trousseau, todos están en las vitrinas de las mejores vinotecas de nuestra ciudad:

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Malbec de Tupungato. La huella de Uco marcada con fuerza en este vino de frescura mineral y de aromática muy definida: de la copa se desprenden generosos recuerdos de  rosas, menta , granada, cherrys y frutillas. En boca entra seco, y continua terso, jugoso, de paso fluido y final largo.  Su frescura destaca tanto como su pulso mineral.  Para beber sin prisa pero sin pausa, mientras te preparas unos tacos de pollo con guacamole y salsa tabasco. Sin miedo a los picores: es un vino sutil pero de poderosa frescura. Elaborado por Romina Carparelli. Precio aproximado: $140

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Un rosado de esos bien extravagantes.  Elaborado con uvas Cabernet Franc provenientes de 25 de Mayo, localidad pampeana casi limítrofe con la provincia de Rio Negro. Tres características encienden los reflectores sobre este vino: su naturaleza herbal, coincidente con la expresión de algunos francs del paralelo 38 sur;  una muy notable expresión mineral  y un medio de boca con cierto peso específico que le da cintura para maridar tanto un momento de relax como una sabrosa tarta frutal. Elaborado por Sebastian Cavagnaro. Fraccionado en botella de 500 cc. Precio Aproximado: $130

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Mi vino artesanal revelación de este 2016. Elaborado con uvas Trousseau de un viñedo recuperado de casi 60 años emplazado en la localidad de Cervantes, Rio Negro. Un distinto. Patagónico y artesanal. Algo dulzón, con buena acidez y sobre todo mucha amabilidad. En nariz es una mermelada de cerezas que invita a beber (bien frio, ¡es muy rico!). El único aspecto negativo, es que su joven enólogo Farid Tello Najul produce todavía poquitas botellas y acceder a ellas no es tarea sencilla. Si lo conseguís, no dudes en acompañarlo con unos bocaditos de queso azul con mermelada de frutos rojos, o unas ciruelas pasificadas, lardeadas en panceta ahumada. ¡Después contame!. Precio aproximado: $120

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Canchero. Amigo de todos los bolsillos. Conjuga Malbec de Maipú con Petit Verdot de Lujan de Cuyo. Un corte sencillo en su apariencia pero de gran personalidad. Combina sutiles aromas a frutos rojos maduros, ciruelas frescas e incluso algunos toques tropicales originales para un rosado. Ligero, refrescante y sobre todo: listo para beber. Su sistema de cerramiento scrub caps  (tapa a rosca) que ya es un clásico en los vinos de este estilo, le suma el plus de la transportabilidad. De la heladera a la pileta, y si no te lo tomaste todo de un solo cric, vuelve a la heladera y te lo terminas mañana. Elaborado por Juan Manuel Mallea.  Precio aproximado: $100

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Un rosé que de rosé tiene solo el rótulo, porque la singularidad de su packaging, también la vas a percibir en la copa con ese particular –aunque cada vez más común-color  piel de cebolla.  Un vino moderno que responde a la tendencia de los rosados actuales: extradry, sobrios y ultralivianos. Con una aromática sutil, alcoholes bajitos, suaves toques florales y algunas notas cítricas que como suaves pinceladas, le aportan originalidad y frescura. Delicado y austero, sin estridencias.  Ideal para una caída de sol en el patio de tu casa, una reunión chic, o para enamorarse. Elaborado por Matías Riccitelli. Su etiqueta la sigue rompiendo, el estilo Riccitelli es aplaudido en mis eventos por los consumidores más jóvenes. Precio aproximado: $240

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Definitivamente distinto a los cuatro anteriores. Lo elegí porque muchos consumidores de este estilo de vinos quieren acompañar con ellos platos más sustanciosos y los ejemplares más ligeros no les quedan tan cómodos.  Kaiken reserva malbec es un muy buen vino para acompañar todo tipo de platos. No lo prejuzgues poniéndole únicamente pescados o mariscos. Es un vino con tal presencia, que se banca perfectamente un Carré de cerdo agridulce con unas papas al plomo; o un plato de sorrentinos con salsa boloñesa, o unos quesos de cabra o de oveja, o inclusive un pepato picoso. Su fuerza y buena astringencia tánica le dan mucha versatilidad culinaria. Aun bebiéndolo bien frío (cosa que no recomiendo porque se endurece un poco), es graso y musculoso, entra con fuerza en la boca, tiene peso y muy buen cuerpo. Es uno de mis rosados predilectos para maridajes arriesgados. Elaborado por Rogelio Rabino. Precio aproximado: $130

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Silvia Corti elabora en Bodega Argento, malbecs de muy buena relación calidad-precio. El rosado de la línea Argento completa la oferta de vinos jóvenes donde la frescura y la fruta adquieren una importancia fundamental.  De color acerezado de mediana/baja intensidad, muy buenos brillos y una paleta aromática austera pero muy expresiva. Silvia ha logrado un rosado sencillo pero encantador. Sus alcoholes moderados están muy bien integrados. Es un ejemplar de sabor intenso, ataque dulce y con un medio de boca bien refrescante. Un caballito de batalla que hay que tener siempre a mano. Precio aproximado: $100

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