Pisó suelo argentino en la segunda mitad del siglo XIX, y empezó a caminar con el pie derecho. La Bonarda se sintió tan cómoda con la calidez del clima mendocino, que desde el primer minuto se dispuso a producir racimos vigorosamente.

Con una profusión pocas veces vista, en una época donde se consumía tres veces más vino que en la actualidad ese entusiasmo productivo fue recibido por los viñateros con mucha expectativa. La Bonarda comenzó a ser trabajada con el principal objetivo de elaborar vino a granel.  Actuaba como “uva de corte” y se hacía cada vez más popular en Mendoza y San Juan. Su importancia fue tal que tras escalar peldaños en la pirámide vinica logró posicionarse en segundo lugar como cepa con mayor cantidad de hectáreas sembradas,  después de la Malbec.

¿Que ofrecía que gustaba tanto esta rareza importada de Savoie? los viñateros coincidían en su gran capacidad de producción (rendimientos promedio de 100 qq/por hectárea), su notable adaptabilidad a nuestros climas y suelos;  el talento natural para aportar color a los mostos y ofrecer caldos realmente amables al paladar con bajo tenor alcohólico. Todo esto la llevó a ser rápidamente una de las «numero uno»para las más grandes bodegas de la época urgidas por llenar botellas y damajuanas y comercializar vino a gran escala.

Pero el camino al éxito y la popularidad, también tuvo sus de desencantos.

Paralelamente a este desarrollo cuantitativo  llegó  el descrédito y la subestimación: a la par que crecía en volumen productivo, crecía también su fama como «variedad clase b».

En el inconsciente colectivo de los consumidores parecía que la Bonarda no había nacido para otra cosa que no fuera componer un genérico “borgoña”, o esconderse detrás de una etiqueta de Malbec que no era tal, o inflar el mosto de algún productor de cabernets que se quedó corto de uvas. Destino triste e injusto el que se fue forjando, siempre “detrás de”, oculta sombríamente en etiquetas de tintos de poco vuelo. Su penosa realidad tenía que ver con que diez años atrás todos conocían su importancia en el imperio de los vinos masivos, pero nadie daba un centavo por verla brillar como varietal único. Mucho menos imaginarla produciendo un vino de alta gama.

Los grandes cambios en la industria que se vivieron en la década del ‘90 trajeron consigo sin buscarlo, una oportunidad única que vendría de la mano de una merecida revindicación. Nuevas técnicas, nuevas maquinarias, y nuevos consumidores modificarían para siempre la cara del vino argentino, hacia adentro y hacia afuera… principalmente hacia afuera. El consumo del vino común fue mermando a medida que aumentaba la demanda de vino de alta calidad.  Para finales de década una cepa bordelesa de la que nadie hablaba demasiado, empezó a hacer mucho ruido, y los gurúes del corcho iban cayendo uno a uno a sus pies: la Malbec empezaba su carrera vertiginosa e imparable hacia el éxito.

Era el momento perfecto para impulsar otras variedades que pudiesen acompañar y dar soporte a esa uva que arremetía con todo y por donde pasaba dejaba una estela de fanáticos. La industria no tardó en darse cuenta que nuestra variedad emblema podía ser una embajadora de todo lo demás, que se producía en Argentina. Necesitabamos más oferta de vinos de apoyo y la Bonarda tenía con que: años de experiencia y  18.000 hectáreas plantadas en plena producción. ¿Había llegado el tiempo de una revancha? ¿El patito feo de la industria, podía empezar a imaginarse Cisne?

En 2008, un consejo de enólogos y viñateros acompañados por el I.N.V evaluaron todas sus virtudes, no solo desde lo sensorial, sino también desde lo agronómico y cultural. Las conclusiones fueron definitivas para augurarle un futuro brillante:

  • Hay volumen suficiente para sostener el tanto el consumo interno como el negocio exportador; más de 18.000 hectáreas en plena producción. Mendoza con la mayor concentración, le sigue San Juan.
  • Los mercados internacionales que nos compran vinos ya la conocen y adoran su fruta explosiva, su intenso color vivaz, su fondo de alcanfor y especias, sus taninos amables y sus caldos de alcoholes moderados;
  • Por su característica amabilidad es muy adaptable a paladares malbequianos.
  • Ofrece una  una incógnita y una promesa: todavía no se conoce hasta donde puede llegar,  pero su potencial para elaborar vinos de alta calidad es indiscutible. Además, Argentina es prácticamente el único país capaz de producir Bonarda en escala, por lo que es un varietal sin competencia de otros países, diferenciándose en los mercados. Gran punto a favor.
  • El desafío es trabajar muy bien desde el viñedo. Para lograr grandes Bonardas primero hay que lograr viñedos equilibrados, con una distribución de racimos correcta y excelente sanidad. Es necesario controlar el vigor de la planta, que es muy prolífica.
  • Se debe prestar especial atención también a la elaboración.  El uso de la madera debe ser medido y debe utilizarse madera de tostados suaves.

Si bien el desarrollo de la variedad tiene un largo camino por delante; en el mercado ya tenemos a la venta ejemplares capaces de ponerte la piel de gallina.

Les dejo una muy breve lista de etiquetas que explotan todo su potencial al máximo.  No dejen de probarlas si quieren saber de que viene la cosa. Cada sugerencia tiene su link hacia sus fichas técnicas.

MAIRENA RESERVE Bonarda. Familia Blanco Wines. Ugarteche. Lujan de Cuyo. Mendoza. Enólogo:  Eduardo Blanco. Link a ficha técnica.

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DON NICANOR Bonarda. Bodega Nieto Senetiner. Agrelo. Lujan de Cuyo. Mendoza. Enólogo: Roberto González. Link a ficha técnica.

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EL ENEMIGO Bonarda. Enemigo Wines. Rivadavia. Mendoza.  Enólogo: Alejandro Vigil. Link a ficha técnica.

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FINCA DON MARTINO Reserva Bonarda. Bodega Fincas Don Martino. San Martín. Mendoza. Enólogo: Attiglio Pagli. Link a ficha técnica.

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GRAN DANTE Bonarda. Bodega Dante Robino. Santa Rosa. Mendoza. Enólogo: Marcos Miguelez. Link a ficha técnica.

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EMMA ZUCCARDI. Zuccardi Wines. Santa Rosa. Mendoza. Enólogo: Sebastián Zuccardi. Link a ficha técnica.

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LA PUERTA GRAN RESERVA Bonarda. Bodega La Puerta. Enólogo: Javier Collovati. Valle de Famatina. La Rioja. Link a ficha técnica.  

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CALICHE Bonarda. Gualtallary. Tupungato. Mendoza. Enólogo: Cristian Morelli. Link a ficha técnica. 

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PAZ Bonarda. Bodega Finca Las Moras. Valle de Tulúm. San Juan. Enólogo: Eduardo Casademont. Link a ficha técnica

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